La prevención salva vidas - Parte II
Las Tecnopatías: enfermedades del Siglo XXI.
Si salís de tu casa y te olvidás el celular, ¿te planteás volver a buscarlo aunque ya hayas llegado a destino?
Si estás en el cine y termina la película, ¿antes de que enciendan las luces ya estás mirando tus notificaciones?
Si estás en una cena con amigos, ¿consultás a cada rato tu teléfono y estás más pendiente de éste que de tus compañeros de mesa?...
Si la respuesta es afirmativa, podrías estar en riesgo de caer en las patologías del siglo XXI o enfermedades “tech”.
A partir del uso y abuso de las nuevas tecnologías, este principio de siglo arrancó con varios síndromes psicológicos. Aunque no por esto se debe desvirtuar los beneficios de los artefactos: el uso de las tecnologías trae consigo cosas buenas y malas….
• Por un lado proporciona contacto instantáneo con personas e información.
• Pero por otro, nos va deshumanizando: cada vez hay menos contacto directo y comunicación “cara a cara” entre las personas.
Aprender a utilizar los límites
Por estar conectados a muchos accesos de comunicación se nos fue impregnando, como sociedad, una dependencia que es capaz de subir nuestros niveles de ansiedad y estrés; lo que realmente pasa es que nos presionamos y estamos pendientes a cada vez más cosas (las “cosas virtuales”: notificaciones, eventos, chat, etc.).
Todo esto deriva en un gran aumento de adicciones duras: comprendemos que el celular es una herramienta perfecta para muchas cosas, pero abusamos de sus servicios…
Principalmente para combatir esta dependencia se debe entender también que la tecnología debe tener su momento y lugar en nuestros días. Si no logramos entenderlo y aceptarlo, se puede llegar a ingresar al terreno de las adicciones.
Con el teléfono móvil, se ha creado tal dependencia que hasta se han cambiado conductas que antes eran “irrespetuosas o inaceptables”:
• Se están perdiendo poco a poco las reglas de cortesía. Ahora se llama o escribe a cualquier hora y sin pudor si se trata de un tema laboral.
• Se descansa mal porque por la noche uno se queda mirando el celular; se va a la cama y duerme con él, impidiendo esto que se genere el necesario proceso del estar “desconectado” aunque sea por unas horas.
• Incluso, no se respetan las vacaciones, y uno recibe llamadas o llama sin pesar alguno durante este período de descanso y “desvinculación” temporal del trabajo, el colegio y las presiones cotidianas.
Para evitar estos hábitos perjudiciales, es necesario establecer “HORARIOS”. Esto producirá una norma de comunicación y se podrá decir entonces por ejemplo a partir de qué hora hasta qué hora no se podrá ver el Internet, la computadora o el celular.
Hay que darle prioridad a cada cosa que uno va haciendo y hacer SÒLO esa actividad; por ejemplo si se ha sentado a cenar, debe enfocarse en sólo cenar y desconectarse por ese tiempo del mundo virtual (tener el dispositivo guardado, o apagado); total, es muy probable que si alguien desea comunicarse con nosotros por una urgencia, va a volver a llamar o escribir o nos enteraremos por algún otro medio o persona. Esto sería el “factor de protección” (del cuál ampliaremos en una próxima publicación) para no caer en una adicción.
Otra patología “tech”, que se adjudica al celular, es la “Nomofobia”, aquella que proviene del miedo y la intranquilidad que produce el olvidarse el dispositivo en algún lado, quedarse sin batería o sin señal. Este proceso provoca estrés, irritabilidad y ansiedad, por lo que se considera un temor patológico que puede terminar en un trastorno psiquiátrico con un síndrome de abstinencia muy similar al que despierta el alcohol, el tabaco o cualquier otro tipo de droga.
Esta problemática está tan avanzada que incluso en algunos países como China, ya se han tenido que crear carriles para peatones que van mirando sus móviles mientras caminan por la calle.
¿Cómo evito una genopatía en mi hogar?
La única regla que debemos acatar para poder prevenir este síndrome, es el “AUTOCONTROL”; comenzar a medir el uso y la frecuencia que le damos a todos los dispositivos de tecnología social del hogar. No debemos olvidar que todos los adultos del siglo XXI han crecido sin estos artefactos y han logrado vivir normalmente todo ese período.
De este modo es más fácil comprender que no sirve de nada aferrarse a un aparato que antes no era necesario. Hay que borrarse esa falsa creencia de que los dispositivos móviles y de conexión a Internet y redes sociales son indispensables las 24hs del día.
Algunos trucos para ir despegándose de éstos móviles pasarían por poner “HORARIOS DE USO”, o por ejemplo, en una cena o reunión familiar apagar los dispositivos y ponerlos con la pantalla contra la mesa o boca abajo y hacer que el primero de todos los allí presentes que gire o toque el aparato, invite la cena.
Luego de lograr de algún modo por nuestra propia voluntad desconectarnos un tiempo de los celulares, estaría bueno tomar nota de cuántas cosas de las que nos llegaron al teléfono por ese período eran realmente importantes. De este modo, seguramente se llegue a la conclusión de que en verdad NO PASÒ NADA si no estuvimos pegados al teléfono en ese rato y que pudimos disfrutar naturalmente de lo que estábamos haciendo.
Otros tipos de patologías “tech”
Otro síndrome tecnopatològico es el de la “llamada imaginaria o vibración fantasma”. Esto también se relaciona al uso en exceso del celular y se trata de ese momento en el que alguien nota que su teléfono suena o vibra sin que sea cierto.
Lo que ocurre, se adjudica a que hemos agregado a nuestras vidas “NUEVAS OBSESIONES” (la obsesión del estar pendiente a recibir un mensaje o una llamada y tener la sensación de que nos pasa por la ansiedad que tenemos a que realmente pase).
Esta tecnopatìa es muy común y no debe ser alarmante pero debe concientizarnos de que el celular tiene que tener SU ESPACIO JUSTO en nuestra vida. Con esto queremos decir que, si es algo que ya interfiere en nuestras decisiones y en nuestra rutina, significa que a la tecnología le damos una participación tal, que la convertimos en un ansiògeno (factor que genera ansiedad).
Para poder tomar medidas que reduzcan y calmen este síndrome, es necesario cambiar de actividades, si no las tenemos, incorporarlas, y distraerse un poco en ese tiempo que adjudicamos a la tecnología: impedir el aburrimiento que genere la ansiedad de utilizar un dispositivo móvil.
Una última tecnopatìa que se puede mencionar, es aquella que consiste en autodiagnosticarse una enfermedad en base a leer síntomas en Internet y darle toda la confianza a un sitio web: la “cibercondrìa o hipocondrìa online”.
Esto es lo mismo que antes ocurría con el “factor vecinal”, el “boca en boca” de un diagnóstico que podía determinar una enfermedad. Lo anteriormente mencionado, puede provocar razonamientos equivocados por una fuente de información no fiable o porque lo leído no haya sido entendido correctamente.
Se puede generar así que la persona asuma que tiene una enfermedad que en verdad no padece, que se automedique erróneamente o tenga ansiedad por creer que necesita determinado tratamiento.
Para combatir esta tecnopatìa, es recomendable consultar páginas confiables y de profesionales matriculados, además de contrastar dudas con un médico en una consulta real y concreta.
Nuestra idea es transmitirles que se necesita tener una estructura en la cual aprendamos a ponernos los límites necesarios para mantener una buena calidad de vida.
Debemos aprender a respetarnos y a darle el lugar que corresponde a los objetos tecnológicos y así evitar que intervengan en nuestra vida de modo nocivo.
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Equipo de trabajo de la Subsecretaría de Prevención de Adicciones.